Reputación empresarial: Crisis de identidad
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Guillermo Tagle
Hace algo más de un año, evaluando la cantidad de dificultades y problemas que habían venido ocurriendo en el mundo empresarial el diagnóstico era duro y claro: estábamos bajo ataque.
La ocurrencia de denuncias de abusos, colusión o estafas cometidas en algunos casos particulares, habían llevado a empresas y empresarios al ojo del huracán. Los medios de comunicación social, los medios de prensa, empezaron a poner en el escrutinio público cualquier posible caso de estudio o falta cometida. La reputación de quienes construyen empresas, crean valor, producen bienes y servicios, generan trabajo y ayudan a que Chile crezca, estaba por los suelos. En ese ambiente, se empezaba a ser "cuesta arriba" entusiasmar a las generaciones jóvenes para que tuviesen ambiciones, para que quisieran crear empresas, que pudiesen ser "estigmatizadas" por querer producir y como resultado de su trabajo, generar utilidades y bienestar.
En ese ambiente, cuando parecía que las cosas no podrían ser peores, decidimos en ICARE plantearnos como meta, contribuir a reconciliar empresa y comunidad. A re encantar a la sociedad en que vivimos, con los beneficios y el aporte que hacen miles de empresarios cada día, para proveer a sus clientes, trabajadores, vecinos y accionistas, con lo que cada uno espera y necesita. Pensábamos en ese momento, que la situación no podría ser peor; que a partir de entonces (finales del 2013) podríamos empezar a mejorar y resolver los problemas de mala reputación que afectaban a empresarios y su actividad general.
Estábamos equivocados. No habíamos tocado fondo. Nuevos episodios, nuevos casos denunciados y conocidos recientemente, han empeorado aún más la situación. Uso y abuso de información privilegiada en el mercado bursátil, sumada al contubernio de acusaciones y denuncias por temas relacionados al financiamiento de la política y elusión tributaria, han terminado por aniquilar el concepto reputación.
¿Será este un momento para claudicar en los buenos propósitos y objetivos que nos habíamos planteado? Definitivamente, no. Las malas prácticas, las malas conductas de algunos pocos, graves sin duda, indispensables de investigar y sancionar con todo el rigor posible cuando corresponda, no hacen más que incrementar la urgencia y la necesidad de reconstruir confianzas, y reputación. A pesar de los nuevos casos que hemos conocido, son muchos más los que hacen bien su trabajo, que aquellos pocos que "atornillan al revés".
Estamos viviendo un clima de pesimismo extremo, que hace a algunos pensar que esta vez no lograremos salir adelante. Sin embargo, es importante mirar atrás y darse cuenta que en los últimos años hemos tenido muchos problemas y en muchas de esas situaciones hemos logrado construir nuevas bases, nuevos estándares que poco a poco nos han hecho ser un país y una sociedad mejor. Desde el colapso del sistema financiero en el año 1983, la operación Chispas, las disputas por transacciones entre partes relacionadas, conflictos en materias de gobiernos corporativos, han sido todos momentos de fuertes disputas que hemos sentido imposible resolver; sin embargo, luego ha sido posible construir cambios, desplazar fronteras y hacer de Chile un mejor país para invertir y hacer negocios.
Son miles las empresas y los empresarios que hacen bien su trabajo, que trabajan en forma honesta y correcta para proveer soluciones efectivas, rentables y eficientes. Las empresas son células vivas que forman parte fundamental de nuestra sociedad y a pesar de los embates, a pesar de las dificultades, siguen y seguirán haciendo bien su trabajo y creando valor. Tendremos que buscar ahora con más fuerza que antes, construir y reconstruir reputación para el mundo empresarial. Casos de abusos, fraudes, delitos y conductas impropias, seguirán ocurriendo, pero tendremos que combatirlos cada día, con más fuerza y energía que antes. Tendremos que identificar, reconocer y difundir los casos y los ejemplos de quienes cumplen las reglas, tratan bien a sus clientes, trabajadores, accionistas y vecinos. Promover la importancia de elevar los estándares de ética con que todos tenemos que trabajar, para que las malas conductas, los abusadores, los que ponen en riesgo los principios de libertad, corrección y excelencia, sean excluidos y sean cada vez menos. Que tiendan a desaparecer los casos que nos hagan avergonzarnos, que nos obliguen a pedir disculpas y hagan a muchos dudar de si es efectivamente este sistema basado en la libertad de emprendimiento, es el que nos traerá las mejores condiciones de vida, con equidad y respeto, para esta y para las generaciones que están por venir.